sábado, 20 de marzo de 2010

LA VIDA CONTINUA

La vida continúa
Olga Chávez Gutiérrez


Aún se nos mueve el piso y seguirá moviéndose tal vez por mucho tiempo. La histeria del primer momento, está dando paso a la angustia. Seres humanos desaparecidos, muertos o desamparados frente a la catástrofe del 27 de febrero recién pasado, fecha inolvidable para Chile y el mundo entero.
Fecha trágica y dolorosa que marcó un nuevo camino en las relaciones humanas.
La naturaleza no perdona, no discrimina. La naturaleza recupera su espacio invadido por el hombre. Ese hombre que quiso ser listo y que usurpó al mar sus playas, construyendo en sus dominios sus propios refugios que terminaron siendo su sepultura.
Triste, muy triste es el dantesco espectáculo que el veintisiete de febrero dejó en las costas de nuestro amado Chile el terremoto y tsunami más potente de la historia nacional. El responsable ¿el mar? ¿la naturaleza? ¿Dios? Yo diría que el responsable es el propio hombre. Como dice el refrán: “cada uno cava su propia tumba”.
El mar recuperó lo suyo y quitó del camino todo aquello que le fue tomado poco a poco, imperceptiblemente, sin su consentimiento. El resultado, dolor y muerte, angustia, desesperanza.
Hoy no tienen cabida las recriminaciones. Todos somos responsables de nuestra desgracia.
Ese mar que tranquilo nos baña, nos pasó la cuenta. Fuimos ilusos al creer que “él” por ser tranquilo, no tendría su alma propia y sufriente.
Se dice que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Ojala esta tragedia sirva para entender que nos dañamos a nosotros mismos si seguimos tropezando con la misma piedra.
Es preciso aprender de los errores. ¿Qué esperamos?
Dios nos dio a quienes quedamos con vida, la posibilidad de corregirnos. Tomemos medidas que nos conduzcan al respeto de todos los seres vivos, partiendo por respetar la naturaleza.

Sabemos que somos una larga y angosta faja de tierra bañada por el mar.
El mar que nos baña es el más grande e importante personaje de este Chile amado en el que hemos nacido. Todos lo disfrutamos y admiramos su belleza y su bravía. Pero ¿cuánto lo respetamos?
Es preciso ser precavidos. Es preciso que se revisen las leyes que nos rigen. Que se implementen los medios de prevención. Si sabemos y tenemos conciencia que somos un país sísmico ¿cuál es la cultura que tenemos al respecto?
¿Permitiremos que se levanten las casas en los mismos lugares que antaño eran playas donde el mar reposaba tranquilo y confiado?
Ojalá esta tragedia remezca las conciencias de autoridades y ciudadanos y se definan los nuevos límites habitables que talvez no eviten los terremotos ni los tsunamis, pero sí puedan ayudar a minimizar los riegos y los costos de vidas humanas.
La histeria colectiva se ha ido calmando. El dolor permanece y la angustia y la desesperanza están siendo mitigados por la ayuda de todo un pueblo solidario y de los hermanos del mundo, que dejando de lado sus diferencias, vinieron a entregarnos su afecto y solidaridad.
A todos aquellos de quienes seguiremos necesitando ese abrazo sincero les decimos desde el fondo de nuestra alma : ¡Querido hermano, arriba el ánimo, fuerza y coraje, tú puedes, la vida continúa!
PUBLICADO DIARIO LA DISCUSION
17 de Marzo 2010

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